lunes, 15 de febrero de 2010

Aquella Navidad, fue una Navidad Diferente

AQUELLA NAVIDAD, FUE UNA NAVIDAD DIFERENTE
Recuerdo presentado para el 30 aniversario de la huelga de la UABC
Por Rosa Heras Modad. rheras@uabc.mx
Estudiante de la Escuela de Ciencias de la Educación. UABC en 1980.
Hoy Docente de la FCH-UABC

Presentación:
La preocupación constante por la cercanía de las fechas navideñas para nosotros los estudiantes fueron los hijos de los trabajadores, no había pago de salarios y la sociedad de consumo hacía presión sobre la importancia de que regalar y como celebrar la navidad en aquel año en el que los trabajadores y padres de familia estaban luchando por sus derechos y un sindicalismo independiente, habría que hacer algo y al hacerlo aquella Navidad, fue una Navidad diferente.
Antecedentes:
Corría la huelga de los sindicatos independientes STA y STS al interior de la Universidad Autónoma de Baja California, plagada de irregularidades y falsas concepciones de un sindicalismo al interior de la universidad, así como la necedad oficial de considerar a nuestra Universidad como una empresa, con demandas auténticas por parte de los trabajadores administrativos y manuales, a las cuales se les suma las exigencias de los trabajadores académicos y junto a ellos la solidaridad de jóvenes estudiantes, algunos con una elevada convicción y conciencia de lo que se hacía, con una amplia participación al interior de las sesiones y dentro de la coordinadora, otros no tuvieron claro el porqué del movimiento y lo vieron de lejos, aunque con algunas simpatías, la principal era que no había clases, algunos mas luchamos por acercarnos y participar en un nivel intermedio, por simpatía a nuestros profesores los viejos y los jóvenes, los guapos y los feos, por nuestros conserjes que vivían con salarios inhumanos y donde identificábamos causas justas por la lucha. A este grupo pertenecía quien esto escribe.

El recuerdo:
Algunos compañeros dicen que recuerdan el movimiento como si fuera ayer, como si ahí estuviera, el mío es más velado, dada la participación lo considero así, sin embargo el tiempo no borra lo que empiezo a contar.
Como era época navideña, las pastorelas eran el mejor representativo de aquel momento, a alguien se le ocurrió montar una pastorela para que se presentara en la posada previa al festejo Navideño, empezó a tomar cuerpo el elenco, la propuesta y los ensayos, muchos de ellos, fueron en la calle, como había que conseguir dinero, nosotros boteábamos en los camiones, nos subíamos en la central camionera desde el corazón de la ciudad de Mexicali y soltábamos toda una explicación del porqué la necesidad del apoyo y pasábamos el bote.
En otras ocasiones montábamos un pequeño escenario y en medio de la central de camiones hacíamos una pequeña escena de la pastorela para después por supuesto pasar el bote a quien ahí se congregaba, a lo lejos en más de un momento se escuchaba el jo jo jo del pitufo. Y por supuesto ahí era el ensayo.
Era la clásica pastorela de la lucha entre el bien y el mal, el diablo que no dejaba que los pastores fueran a adorar en la víspera de Navidad, al niño Dios que nacería en un pesebre.
En esa pastorela que no recuerdo por quien fue escrita, había como personajes principales un diablo, una abuela y un grupo de pastores, el diablo había logrado esconder los huaraches y zapatos de los pastores para que de esa manera no pudieran ir a adorar al Niño Dios.
Silverio represento al Diablo y fue tan bueno su papel que desde ese momento se le conoció con el mote de El diablo, a quien esto escribe le toco ser la abuela. Llegada la fecha decembrina en cuestión se presento la pastorela en el espacio abierto de la entonces escuela de Ingeniería, cual va siendo nuestra sorpresa que ya estaba adornada por un gran mono de nieve que unos días antes se podía apreciar sobre la cuchilla que se encuentra entre la Avenida Justo Sierra y Benito Juárez.
Varios de los participantes de la pastorela pidieron como regalo navideño a sus padres el que les dejaran pasar en forma más que solidaria esa fecha en compañía de los trabajadores huelguistas para evitar la soledad y fomentar el compañerismo que en aquel momento se veía quebrantado.
La pastorela se represento en forma magistral cargada de afecto por los ensayos callejeros, por la emoción de contribuir y por el placer de la solidaridad, cuando de repente a no sé quien se le ocurre tropezar con una botellas y al quebrarse hacen , la abuela dice entonces fuera del guion, a caray han de ser los porros que también quieren arruinar la Navidad, eso causo un aplauso intermedio y una gran simpatía por los ahí asistentes. Terminada la pastorela, las felicitaciones nos siguieron algunos días más, haciendo de esa Navidad, una Navidad diferente. Después continúo una cena modesta, algunos regalos que se pudieron rescatar y al calor de una lumbrada contar historias de vida.
Para enero del 81 la historia se había escrito, para algunos de nosotros se tatuó en nuestra piel y hoy la recordamos 30 años después.
También recuerdo por supuesto la correteada que nos pusieron en el momento que se rompió el movimiento, la voz de alerta corrió y nos congregamos en la Unidad, hoy vice rectoría, no pudimos tener acceso por las vallas de policías y despliegue de autoridad, llegamos por atrás del Saras y ahí nos esperaban piedras que en más de una ocasión nos alcanzaron, hoy los correteadores son nuestros compañeros de trabajo y cuando los veo me vuelve a doler el golpe.
Un par de años después del 80, esta pastorela que se describe, fue representada en el hogar, mi Madre hacia las veces de la Abuela y mi hermano mayor era el diablo, mi hermana y yo éramos los pastores, una vez presentada la pastorela, yo me sentaba a platicar a quien lo quisiera escuchar esta historia que hoy escribo, la historia que convirtió esa Navidad en una Navidad diferente.

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